MEDICINA CUANTICA

¿Qué Tiene que Ver el Paquete con el Click?

by on Mar.03, 2011, under Cuántica, Los Campos Energéticos, Sociología

Con hacer click no me refiero a la onomatopeya para describir el ruido que hace el crujir de un interruptor sino al acto espontáneo del fenómeno mental que nos hace tener absoluto convencimiento de algo; el darse cuenta de todo lo que no se veía ni se entendía instantes antes de que se  produzca el fenómeno. Cuando sucede, de repente la seguridad te posee y sabes que algo es exáctamente así.  Lo sientes, sencillamente.  Eso es hacer «click».  Hablamos de un concepto fascinante.  Puedes estar toda una vida diciéndole a la persona que tienes al lado lo malo que es no cepillarse los dientes por la noche sin que te haga el menor caso ni sienta ningún remordimiento.  Está desconectada de lo que le dices.  No lo registra y por tanto ni le da importancia ni mucho menos se siente mal al respecto.  Hasta que un día se despierta y lo ve claro.  No es que ya no hayan dudas, sino que se pregunta, ¿Cómo he podido estar pasando de los dientes por la noche con lo tóxico que puede ser esto para la salud?  Muchos dirían que entender este suceso es entender la diferencia entre estar en la luz o en la oscuridad.

Todo es sencillo una vez el cerebro ha hecho click; es decir lo ve claro.  Normalmente suele ser incluso molesto el no haberse dado cuenta de la obviedad una vez se ha hecho click. Y por esto, el funcionamiento que hay tras este acto me ha tenido parcialmente secuestrada.  Una vez has saltado de nivel, las cosas son abrumadoramente fáciles y ocurren con apenas esfuerzo. Me pregunto, ¿qué tiene que ver el acto de hacer click, con un paquete? ¿Y con el fenómeno de la masa crítica? 

«En 1900, en diciembre, un físico alemán para eterna memoria de nombre Max Planck, estudiando los cambios de colores que experimentan los metales cuando se calientan, descubrió un detalle que había pasado desapercibido para los investigadores: la energía, lo que los humanos llamamos energía, por ejemplo, cuando una estufa le entrega calor a una olla donde se está calentando agua, no se transfiere en forma continua o suave desde la estufa hasta la olla y de ahí hasta el agua. No. La energía del fogón avanza en una especie de “saltitos”, o de “paquetes” los cuales, si bien son muy pequeños, le indicaron a Planck que la propagación de la energía es un fenómeno discontinuo, un fenómeno “a brincos”, y no un fenómeno suavemente continuo.

En mi opinión, una de las mayores agudezas de Planck consistió en darle tanta importancia a algo tan diminuto, tan pequeñísimo. Si bien las “nimias” cantidades con que resolvió involucrarse resultaron de la aritmética de sus experimentos, Planck tuvo el estómago suficiente para presentar ese aparte detalle en términos de una física que resultaría a la postre muy novedosa y revolucionaria. En realidad, esos “saltitos” o “paquetes” son del orden de 6,626 por 10 a la menos 34 vatios o unidades de potencia, esto es, unidades de energía o trabajo entregados cada segundo. Algo insignificante para le época. Max Planck los bautizó “cuantos”, porque le provocó bautizarlos así. Y este es el origen de la palabra “cuántica”.

Pronto, Max Planck se apresuró a preguntarle al maestro Einstein sobre su descubrimiento. Por aquellos días Einstein era la figura más encumbrada del mundo científico, y su mente y cerebro considerados únicos y superdotados. No olvidemos que el cerebro de Einstein fue posteriormente congelado para averiguar con el correr del tiempo qué cosa diferente contenía.

Einstein encontró correctos el descubrimiento y los razonamientos de Planck y de paso los aplicó a sus propias investigaciones sobre la energía y, basado en ellos, propuso un enfoque revolucionario para el fenómeno de la luz: la existencia de los fotones. Según el científico, también la luz debería estar entonces formada por pequeñísimos paquetes de energía iguales a los de Planck». 1

Entonces, sabemos que la materia a niveles infimamente pequeños se comporta siguiendo patrones que funcionan a saltos.  Se reune una cantidad suficiente de energía que se estabiliza hasta que da enteramente un salto al próximo nivel.  Pero el caso es saber si este fenómeno también se produce en el mundo diario macroscópico, en nuestro día a día.  Al final todo está compuesto de partículas subatómicas que se comportan brincando cuando se ha reunido ¿las suficientes unidades de acción? Por «h», la constante de Planck, que además de ser el número ínfimo que cambió el mundo (6,626 X 10^-34) es el POTENCIAL DE ACCIÓN.  Y me recuerda al fenómeno que ocurre cuando nos ponemos a régimen.  Al principio solemos perder kilos y entramos en euforia pero pasados varios días, parece que todo se haya estabilizado y a pesar de que se sigue con el dichoso régimen, ahora ya no estoy perdiendo ni un gramo.   Si hay suficiente perseverancia, pasados estos malos días o semanas, de nuevo volvemos a perder peso.  Es como si se hubiese producido un cambio de piñón en el cuerpo. El mismo efecto ocurre cuando corremos.  Llega un momento en que el cuerpo está agotadísimo y lo único que pasa por la mente en ese momento es parar.  No puede más.  Sin embargo si se persiste, se adquiere una fuerza renovadora que nos hace estar fuertes de nuevo y sitiéndonos radiantes por dentro al haber conseguido superar esa mala racha.  Hasta la siguiente que se producirá momentos después.  Los deportistas le dan un nombre a este efecto.  ¡Entonces si hemos experimentado este tipo de «saltos» o «paquetes» en nuestra vida cotidiana!  

¿Y podría tener que ver con el concepto de masa crítica?

«Por paralelismo con el concepto físico de masa crítica, en sociología se define como masa crítica de un fenómeno el número de individuos involucrados a partir del cual dicho fenómeno adquiere una dinámica propia que le permite sostenerse y crecer por sí mismo.

Un ejemplo simple puede ser, pongamos, en una gran ciudad. Cuando una persona se para en la calle y mira hacia el cielo, no pasará nada. La gente continuará su camino ignorándolo. Cuando tres personas se paran y miran al cielo, quizá algunas personas se den la vuelta para a continuación seguir andando. Pero sólo se necesita un pequeño número (que depende de la cultura, la hora, el ancho de la calle y otros factores) de personas necesarias — digamos, 5 ó 7 — para hacer que los otros se paren y miren hacia el cielo también. Este número se llama «masa crítica».

En economía, se denomina masa crítica a la base de clientes lo suficientemente amplia como para que el mercado de un producto o servicio se desarrolle por sí solo. Una vez que se cuenta con masa crítica, el producto o servicio contará con los beneficios de la ley de rendimientos crecientes.

El concepto sociológico de masa crítica tiene numerosas aplicaciones en diversos contextos, entre ellos política, dinámica de grupos, publicidad y marketing (por ejemplo el marketing viral), opinión pública y moda».2

En realidad toda el tejido empresarial está de una forma u otra tras el número crítico, ese que hará que su producto de repente triunfe; se convierta en un fenómeno de masas; algo de lo que ya no se pueda prescindir.  Las empresas pagan grandísimas cuentas a sus publicistas que sutilmente dan a entender que su campaña logrará unos efectos altamente multiplicatorios y el producto se venderá, hombre no como churros porque posiblemente estas personas utilicen un lenguaje mucho más sofisticado, pero lo que viene siendo esto.  Promesas de la isla de tesoro sonde se perfila el mapa que recorrerá el producto hasta alcanzar esa masa crítica.  La fama no se alcanza de un día para otro.  También lo hace siguiendo el patrón de los saltos.  Y todos los ejecutivos persiguen el salto mortal; hacer click entre el gran público.   

Y si analizamos de paso a Rupert Sheldrake, afamado biólogo, responsable de la teoría de los campos morfogenéticos que estudian y definen el concepto de masa crítica en la biología, sabemos que: 

«Todas las veces que un miembro de una especie aprende un comportamiento nuevo, cambia el campo morfológico o productor para la especie. Este cambio es, al principio, apenas perceptible, pero si el comportamiento se repite durante cierto lapso de tiempo, su resonancia mórfica afecta a la especie entera. La matriz invisible es un campo morfogenético. Así por ejemplo, todas las veces que se genera un átomo, una molécula u otra unidad mórfica, esta produce primero un campo morfogenético que regula todas las posteriores unidades del mismo tipo. La influencia del campo morfogenético produce un efecto remoto tanto en el espacio como en el tiempo. Aparentemente la forma no está determinada por las leyes físicas fuera del tiempo, sino depende de la resonancia mórfica a través del tiempo.

Según Sheldrake esta nueva manera de pensar nos lleva a un territorio para el cual no existe todavía un mapa. Parece ser la única esperanza para una nueva comprensión científica de la forma y organización en general y de los organismos vivos en particular. La evolución nos muestra la formación de nuevos campos morfogenéticos. El aparato genético, por ejemplo, se puede concebir como el mecanismo físico que recibe la información del campo morfogenético, en forma comparable a como recibe un aparato de radio o de televisión las señales invisibles.»3

Lanzo estas hipótesis para el lector, quizá un pensamiento o 2 más sobre paquetes por ejemplo sea todo lo que necesita para hacer click en este aspecto de su vida.

FUENTES Y CREDENCIALES:

1. Fragmento del libro «El Pensamiento Cuántico» de l Profesor de física cuántica Gabriel Aramburu, pag. 16

2. Masa crítica en wikipedia

3. Rupert Sheldrake http://www.espinoso.org/biblioteca/CamposMorfogeneticos.htm

Foto Portada:  David Lachapelle

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