MEDICINA CUANTICA

El Salón de los Espejos: las Neuronas Reflexivas

by on Abr.16, 2010, under Artículos de Ciencias, El Enganche Espiritual, Entrevistas, Genética, La Ciencia, La Conciencia, Medicina, Psicología

Considerado por muchos el descubrimiento de neurociencias más importante en la última década, Las NEURONAS ESPEJO, son un tipo de neuronas que se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo, especialmente un congénere.

Las neuronas del individuo imitan como «reflejando» la acción de otro: así, el observador está él mismo realizando la acción del observado, de allí su nombre de «espejo». Tales neuronas habían sido observadas primeramente en primates, y luego se encontraron en humanos y algunas aves. En el ser humano se las encuentra en el área de Broca y en la corteza parietal. En la entrada aportamos una entrevista del blog «Desde el Exilio» a Vittorio Gallese, uno de los integrantes del llamado «Grupo Parma», responsables del descubrimiento de las famosas neuronas al principio de los 90. Aunque a priori podría haber parecido una casualidad porque no estaban buscando esta información, Vittorio aclara con mucho acierto que no es una casualidad, «ya que si no hubiesen estado preparados para verlas y entenderlas, no las hubieran descubierto». Al tiempo incluimos la reflexión sobre otra gran casualidad entre este descubrimiento y una de las profecías de los Mayas: La entrada en el Salón de los Espejos comenzando en en 1999 hasta el 2012.  ¿Casualidad…?

1. Usted participó en el descubrimiento de las neuronas espejo. ¿En cuántas especies se han encontrado? ¿Qué rasgos anatómicos y funcionales las distinguen de otras neuronas?

Descubrimos las neuronas espejo en el verano de 1991 en macacos, en un sector del córtex premotor ventral llamado área F5. Después las descubrimos también en una parte del lóbulo parietal inferior conectada recíprocamente con F5. No estábamos buscando neuronas espejo. El descubrimiento fue casual. Pero lo que digo siempre es que no fue casualidad que las descubriéramos nosotros, porque estábamos preparados para verlas. En efecto, estábamos buscando propiedades visuales en el sistema motor, ¡una empresa más bien poco ortodoxa en aquellos años! En pocas palabras, las neuronas espejo son neuronas motoras, así que se activan cuando el mono ejecuta, con manos, boca o ambas, actos motores voluntarios relacionados con un fin, como asir, manipular o colocar objetos. La novedad de nuestro hallazgo fue que las mismas neuronas motoras se activaban también cuando el mono observaba parecidos actos motores ejecutados por otros individuos. Ulteriores estudios de nuestro grupo demostraron que las neuronas espejo responden también cuando el acto motor ejecutado por otro individuo puede solamente ser imaginado por el mono, o cuando sólo están disponibles las consecuencias auditivas de la acción ejecutada por otros. Sobre la base de estas propiedades propusimos que las neuronas espejo hacen posible una comprensión directa de las acciones ajenas mapeando su descripción sensorial (visual y auditiva) en un formato motor. Por todo lo que sabemos, las neuronas espejo no tienen rasgos morfológicos peculiares; son simplemente neuronas piramidales. Lo que hace de las neuronas espejo lo que son no es, pues, su morfología sino sus propiedades funcionales, que, a su vez, son el resultado de las conexiones específicas que estas neuronas mantienen con otras neuronas del cerebro del macaco. Las neuronas espejo se han documentado hasta ahora en macacos y en aves canoras. Pruebas indirectas pero convincentes indican que también en el cerebro humano existen ciertamente neuronas dotadas de propiedades similares.

2. Con los años las neuronas espejo han recibido amplia publicidad, y se las ha visto como el santo grial de la Psicología. Tenemos presentes las palabras de Ramachandran cuando dijo: “las neuronas espejo harán por la Psicología lo que el ADN hizo por la Biología”. Hoy se usan las neuronas espejo para explicar el lenguaje, la cognición social, la moralidad, la empatía… ¿Podría usted explicarnos, en términos sobrios, el papel exacto que desempeñan las neuronas espejo en las ciencias de la conducta? ¿Se ven específicamente afectadas en alguna enfermedad neurológica o psiquiátrica?

En ciencia no hay santos griales. En primer lugar debe subrayarse que lo que distingue a las neuronas espejo de otros tipos de neuronas son simplemente sus propiedades funcionales. Mejor que hablar de neuronas espejo deberíamos tal vez hablar de mecanismos de espejo materializados en neuronas localizadas en distintas regiones del cerebro. La relevancia de los mecanismos espejo en tantos aspectos diferentes de la cognición social no surge de una dotación específica de estas células neurales, como si las neuronas espejo fuesen “neuronas mágicas”, por así decir. Las neuronas espejo derivan sus propiedades funcionales de las conexiones entrada-salida específicas que mantienen con otras poblaciones de neuronas del cerebro. Sin embargo, no son simplemente un caso de mecanismo asociativo hebbiano. Lo peculiar de las neuronas espejo es el hecho de que una descripción visual de una conducta motriz observada dada se mapea al formato neural motor que hace posible la ejecución de esa misma conducta motriz.

Debería añadir que no hay que confundir el resultado de investigación científica seria con las trivializaciones y sensacionalismo a veces aparentes en cómo cubren la ciencia los medios de comunicación. Creo que sería justo decir que en los seres humanos los mecanismos de espejo materializados en neuronas corticales están, ciertamente, involucrados en una forma directa de comprensión de la conducta de los otros, que abarca acciones, emociones y sensaciones. Parece también que en los seres humanos los mecanismos de espejo entervienen en las conductas imitativas y el aprendizaje por imitación. Finalmente, las neuronas espejo —y el sistema motor en general— intervienen en el procesamiento del lenguaje. Hasta qué punto tiene esto relación causal con la comprensión del lenguaje es una cuestión abierta, en la que están trabajando muchos grupos de investigación en el mundo. De modo parecido, es una cuestión abierta hasta qué punto una disfunción, un desarrollo defectuoso o una modulación emocional alterada de los mecanismos de espejo podrían intervenir en transtornos de la cognición social como el autismo o la esquizofrenia. Los resultados preliminares en estos campos de investigación, aunque están lejos de ser concluyentes, son ciertamente muy alentadores.

3. En un artículo reciente (Lingnau, Gesierich y Caramazza 2009) Caramazza y sus colegas no hallaron ninguna evidencia favorable a la existencia de neuronas espejo en el cerebro humano mediante efectos de adaptación mediante imaginería de resonancia magnética funcional (IRMf). ¿Es esto sólo un desacuerdo metodológico o en verdad impugna la idea de las neuronas espejo?

Parafraseando a Shakespeare, yo diría Mucho ruido y pocas nueces. Las afirmaciones de Caramazza son totalmente injustificadas, ya que surgen de un trabajo que sufre de varios problemas que socavan su credibilidad. En primer lugar, usa una técnica —la adaptación neural o supresión por repetición— inadecuado para probar (o refutar) la existencia en el cerebro humano de neuronas dotadas de ciertas propiedades funcionales. Según Logothetis (probablemente una de las autoridades científicas más influyentes en este campo) y colaboradores (véase Bartels et al., Trends in Neuroscience 2008), “la presencia o ausencia, medida usando IRMf, de adaptación en un área, por tanto, no permite inferir concluyentemente ni la presencia ni la ausencia de la propiedad neural en cuestión”. De ahí que “su uso para inferir y cartografiar propiedades de poblaciones neuronales parece cuestionable” (Bartels et al. 2008, p. 448). Así pues, el método de la adaptación neural aplicada a la IRMf tiene problemas, aun cuando se aplica correctamente. En el caso del trabajo de Caramazza ni siquiera era este el caso: el tipo de estímulos elegido y las razones para usar este método eran completamente erróneas. Además, no hay evidencia en el mono de que la exposición repetida a acciones ejecutadas por otros habitúe la respuesta de las neuronas espejo.

En segundo lugar, sobre fundamentos epistemológicos, la evidencia negativa no prueba inequívocamente la ausencia de una cierta propiedad.

En tercer lugar, otros trabajos en los que se ha empleado el mismo método han llegado a conclusiones opuestas, esto es, la existencia de neuronas espejo en el cerebro humano (ver Chong et al., Curr. Biol. 2008).

En cuarto lugar, una impresionante cantidad de evidencia empírica obtenida con métodos tan distintos como TEP, IRMf, EEG, MEG, EMT [tomografía de emisión de positrones, imaginería de resonancia magnética funcional, electroencefalografía, magnetoencefalografía, estimulación magnética transcraneal] y estudios conductuales y neuropsicológicos realizados en individuos sanos así como en pacientes sugieren la existencia en el cerebro humano de neuronas dotadas de propiedades de espejo.

En quinto lugar, las conclusiones de Caramazza y sus colegas tienen muy poco sentido evolutivo. Me resulta difícil entender por qué un mecanismo neural que demostró ser adaptativo y útil, y así está aún presente, en aves y macacos debería haber desaparecido en los seres humanos. Dicho esto, a pesar de los evidentes tropiezos y fallos metodológicos del trabajo de Caramazza, lo que encuentro de verdad perturbador en este asunto es la gratuita búsqueda por parte de Caramazza de primeras páginas y de un escándalo científico. Las afirmaciones de Caramazza no me afectan en absoluto. Confío también en que más tarde o más temprano se encontrará evidencia de neuronas espejo en seres humanos al nivel de neuronas individuales. En definitiva, me temo que todo esto redundará en contra de la reputación científica de Caramazza.

4. Desde el descubrimiento de las neuronas espejo ha construido usted y perfeccionado un modelo, la hipótesis de la variedad compartida, para explicar la intersubjetividad desde el punto de vista de la comprensión humana de la intencionalidad y la naturaleza relacional de las acciones con objetos. La intersubjetividad así entendida se ve apoyada por los mecanismos de acoplamiento implementados por el sistema de neuronas espejo. Esto significa que la comprensión de las acciones ajenas opera exclusivamente en el nivel sub-personal, lejos, digamos, del nivel personal y de principios, deliberativo-cognitivo, que es una mera respuesta de resonancia…

¿Cómo podemos explicar la facilidad con la que normalmente entendemos lo que está en juego cuando interactuamos con otras personas? Propuse la idea de “variedad compartida” para caracterizar lo que ocurre cuando presenciamos las acciones de otros, o una conducta manifiesta que expresa las sensaciones y emociones que experimentan. Básicamente, describe nuestra capacidad de acceso implícito y directo al mundo experiencial del otro. Creo que el concepto de empatía debería extenderse (como vio originalmente Edith Stein) para acomodar y dar cuenta de todos los distintos aspectos de la conducta expresiva que nos permiten establecer un vínculo significativo con otros. El término “variedad compartida” captura esta noción ampliada de empatía. Abre la posibilidad de dar una explicación unificada de aspectos importantes y posibles niveles de descripción de la intersubjetividad. Intenté deliberadamente no usar el término “empatía” porque sistemáticamente induce malentendidos, sobre todo por sus diferentes connotaciones en diferentes contextos. La variedad compartida puede describirse a tres niveles diferentes: un nivel fenoménico, un nivel funcional y un nivel sub-personal.

El nivel fenoménico es el responsable de la sensación de similaridad —de ser parte de una más amplia comunidad social de personas como nosotros— que experimentamos siempre que encontramos a otros. Al confrontar la conducta intencional de otros, experimentamos un estado fenoménico específico de sintonía intencional. Este estado fenoménico genera la peculiar cualidad de familiaridad con otros individuos, producida por el colapso de las intenciones de los otros en las del observador. Este parece ser un componente importante de lo que significa ser empático.

El nivel subpersonal se instancia como la actividad de una serie de circuitos neurales espejo. La actividad de estos circuitos neurales espejo, a su vez, está estrechamente acoplada a cambios multinivel en estados corporales. Hemos visto que las neuronas espejo instancian un espacio compartido multimodal para acciones e intenciones. Datos recientes muestran que redes neurales análogas trabajan en la generación de espacios compartidos multimodales sensoriales y emocionales “nos-céntricos”. En palabras más sencillas, cada vez que nos relacionamos con otras personas habitamos automáticamente un espacio nos-céntrico, dentro del cual explotamos una serie de certidumbres implícitas sobre el otro. Este conocimiento implícito nos permite entender directamente qué está haciendo la otra persona, por qué lo está haciendo y cómo se siente respecto a una situación específica.

Debe añadirse que la noción de espejos neurales y el mecanismo funcional relacionado, la simulación incorporada, no implican que lo que se refleja y simula en el cerebro del observador haya de ser una réplica exacta del objeto que lo origina. La metáfora del espejo es, tal vez, desorientadora. Cuanto más estudiamos los mecanismos de espejo más aprendemos sobre su plasticidad y su dependencia de la historia personal y la naturaleza situada del “sujeto que refleja”. Por ejemplo, se ha mostrado que tendemos a resonar más con acciones con las que estamos familiarizados, con acciones que sabemos realizar. Las neuronas espejo en los seres humanos muy probablemente constituyen una parte importante de lo que llamamos “memorias implícitas”, al menos en la medida en que tales memorias son el resultado de nuestros encuentros sociales con otros. Si esto es correcto, podemos formular la hipótesis de que diferentes rasgos de personalidad se correlacionarán con distintos patrones de actividad de espejo.

Deberíamos tal vez abandonar la visión cartesiana de la primacía del Ego y adoptar un punto de vista que subraye el hecho de que el Otro está dado co-originalmente con el Yo. Ambos, Yo y Otro, parecen estar entretejidos a causa de la intercorporeidad que los enlaza. La intercorporeidad describe un aspecto crucial de la intersubjetividad no porque ésta esté filogenética y ontogenéticamente fundada en una mera similaridad entre nuestro cuerpo y el cuerpo de los otros, sino porque nosotros y los otros compartimos los mismos objetos intencionales y nuestros sistemas motores situados están cableados de manera similar para lograr similares objetivos.

Esto, por supuesto, no da cuenta de todas nuestras capacidades cognitivas sociales. Por supuesto, ¡JAMÁS hemos afirmado que las neuronas espejo expliquen completamente la cognición social! Nuestras capacidades de lectura mental más elaboradas requieren probablemente la activación de extensas regiones de nuestro cerebro, ciertamente mayores que un putativo Módulo de Teoría de la Mente específico de dominio, como sostiene la explicación cognitiva corriente de la mentalización. Además, no estamos seguros ni de que estas estructuras cerebrales estén específicamente dedicadas a la lectura de la mente ni de los mecanismos neurofisiológicos que soportarían esa postulada especificidad.

5. ¿Cómo realiza el sistema de neuronas espejo la tarea de distinguir entre la representación de uno mismo y las representaciones de los otros?

Aunque es en verdad cierto que las neuronas espejo se disparan tanto si la acción es ejecutada como si es percibida, también es cierto que la intensidad de su respuesta no es la misma en estas dos diferentes situaciones. En promedio, la descarga motriz que muestran las células espejo durante la ejecución de la acción es significativamente más alta que la evocada por la observación de una acción similar ejecutada por otros. Más en general, debe subrayarse que la simulación incorporada no implica que experimentemos a los otros de la misma manera que nos experimentamos a nosotros mismos. La relación de identidad Yo-Tú constituye solamente una cara de la moneda de la intersubjetividad. Como propuso Edmund Husserl, el padre de la fenomenología, y recientemente ha vuelto a recalcar Dan Zahavi, es la alteridad del otro para garantizar la objetividad que normalmente atribuímos a la realidad. Nuestra experiencia vivida (Erlebnis) del mundo “externo” está determinada por la presencia de otros agentes sentientes.

6. ¿Mediante qué mecanismos somos capaces de detectar al otro como un agente, dotado de intenciones y sentimientos? ¿Cómo leemos las mentes de otros? ¿Cómo cree usted que evolucionó la capacidad de atribuir deseos, conocimientos e intenciones a otros individuos? ¿Cómo se manifiesta en otras especies?

No tenemos un modelo neurocientífico claro de cómo pueden los seres humanos entender las intenciones y otros estados mentales que promueven la conducta de otros a los que observan. Lo que tenemos es una serie de estudios de imaginería cerebral que muestran la activación de un conjunto de regiones corticales (áreas frontales mesiales, unión temporoparietal, etc.) durante las tareas de mentalización explícita. Nadie, hasta la fecha, ha sido capaz de proporcionar explicaciones convincentes de por qué esas áreas específicas se activan durante la mentalización, ¡aparte de la afirmación tautológica de que la lectura de las mentes está implementada en esas áreas cerebrales! Lo que tenemos es sólo una mera correlación.

Una acción dada puede originarse en muy diferentes intenciones. Suponga que alguien ve a otra persona asiendo una taza. Con toda probabilidad se activarán neuronas espejo para el asir en el cerebro del observador. Un simple mapeo motor entre la acción observada y su representación motriz en el cerebro del observador, sin embargo, sólo puede decirnos cuál es la acción (es un asir), pero no por qué ha ocurrido.En un estudio de IRMf (Iacoboni et al. 2005) pedimos a los sujetos que observasen tres clases de estímulos: acciones de una mano que ase sin contexto, sólo contexto (una escena que contenía objetos) y acciones de una mano que ase integradas en contextos. En esta última condición el contexto sugería la intención asociada al asir (o beber o limpiar). Las acciones integradas en contextos, comparadas con las otras dos condiciones, produjeron un incremento significativo de la señal en la parte posterior de la circunvolución frontal inferior y el sector adyacente del córtex premotor ventral donde se representan las acciones de la mano. Así pues, las áreas espejo premotoras —áreas activas durante la ejecución y la observación de una acción—, que antes se consideraba que intervenían sólo en el reconocimiento de la acción, en realidad intervienen también en la comprensión del “por qué” de la acción, esto es, la intención que la promueve. Determinar por qué se ejecutaba la acción A (asir la taza), esto es, determinar su intención, puede ser equivalente a detectar el objetivo de la acción subsiguiente inminente y aún no ejecutada (digamos, beber de la taza).

Como queda dicho arriba, a diferencia de la mayor parte de la literatura de imaginería cerebral sobre la lectura de las mentes, creemos que podemos explicar por qué se activan las áreas premotoras dotadas de propiedades de espejo cuando atribuímos a otros intenciones motrices básicas. De hecho, un gran paso adelante en la investigación de las neuronas espejo de los macacos fue el descubrimiento de que las neuronas espejo parietales no sólo codifican el objetivo de un acto motor ejecutado u observado, como asir un objeto, sino que también discriminan actos motores idénticos (como el asir) según el objetivo final de la acción en la que el acto se integra (por ejemplo, asir un objeto para llevarlo a la boca o a un contenedor, véase Fogasi et al. 2005). Las neuronas espejo mapean secuencias integradas de actos motores relacionados con fines (asir, sostener, traer, colocar) de modo que se obtienen diferentes secuencias, encadenadas en paralelo, de actos motores ensamblados adecuadamente para alcanzar un estado final más distante. Cada acto motor integrado parece estar facilitado por el ejecutado previamente, reorganizándose a sí mismo para mapear el cumplimiento del objetivo más amplio.

Como he dicho antes es aún menos obvio que, entendiendo las intenciones de los otros, empleemos una estrategia cognitiva sin ninguna relación para predecir las consecuencias de su conducta observada.

La aproximación “todo o nada” de las ciencias cognitivas a la cognición social, su búsqueda de un Rubicón mental cuanto más ancho mejor, es muy discutible. Al intentar entender nuestras capacidades social-cognitivas, no deberíamos olvidar que son el resultado de un largo proceso evolutivo. Es por tanto posible que estrategias cognitivas aparentemente diferentes estén soportadas por mecanismos funcionales similares, que en el curso de la evolución adquieren creciente complejidad y son exaptadas para soportar capacidades cognitivas recién emergidas de la presión ejercida por un cambio en las constricciones sociales y/o ambientales. Antes de extraer conclusiones firmes sobre las capcidades de mentalización de las especies no humanas, deberían examinarse cuidadosamente cuestiones metodológicas relacionadas con los entornos y las capacidades sociales espontáneas específicas de especie. Ciertamente se ha mostrado, en contraste con lo que muchos estudiosos mantuvieron durante décadas, que primates no humanos (monos incluídos) están dotados de la capacidad de entender el significado intencional de la conducta ajena basándose en indicios conductuales visibles.

Una fructífera estrategia alternativa que apoyo plenamente es enmarcar la investigación de las bases neurales de la cognición social en una perspectiva evolutiva. La evolución de este rasgo cognitivo parece estar relacionada con la necesidad de tratar con las complejidades sociales que surgieron cuando individuos que vivían en grupos hubieron de competir por recursos escasos e irregularmente distribuídos. Los datos empíricos sobre neuronas espejo en monos y circuitos espejo en el cerebro humano sugieren que algunas de las muy desarrolladas capacidades de mentalización típicamente humanas —como el atribuir intenciones a otros— podrían ser el resultado de un proceso evolutivo continuo, cuyas fases antecedentes pueden seguirse hasta el sistema de mapeo en espejo de los macacos».

Me interesa saber con más exactitud que dijeron los mayas sobre los últimos 13 años, periodo comprendido entre el 1999, cuando se inicia el Cahiac, o sea la Tormenta que precede a la gran transformación, y el 2012 y que se conoce como la Entrada en el Salón de los Espejos más allá de «aprendemos a vernos a nosotros mismos tal como somos y cambiamos de actitud frente al planeta y frente a nosotros mismos, o el planeta se encargará de acabar con nosotros, porque encuentro un hecho como poco simbólico que los neurólogos hayan encontrado en el mismo periodo de tiempo, neuronas que nos reflejan unos a otros. 

Alvaro Scaramelli hace esta reflexión: estos últimos 20 años, tal como lo predijeron los Mayas hace miles de años, estamos entrando como humanidad al “Salón de los Espejos”, que es la manera como ellos definieron esta etapa que estamos “cruzando”; donde los humanos comenzamos a comprender nuestro interior a partir de nuestra experiencia exterior y colectiva. Esta es quizás la razón por la cual los ánimos están tan exacerbados últimamente ya que estamos siendo empujados deliberadamente por fuerzas magnéticas a evolucionar como especie. Las explosiones solares que provocan vientos magnéticos y las nuevas alineaciones y vibraciones planetarias nos están obligando a dejar los viejos hábitos emocionales de apego, drama y sufrimiento. (los cambios en la frecuencia magnética de la tierra los últimos años están comprobados por las mediciones científicas).

¿Y es éste otro nuevo ejemplo de la unión entre la Ciencia y la Conciencia?  

fuente: Extracto de http://www.desdeelexilio.com/2009/07/10/las-neuronas-espejo-entrevista-a-vittorio-gallese-primera-parte/
http://www.desdeelexilio.com/2009/07/10/las-neuronas-espejo-entrevista-a-vittorio-gallese-segunda-parte/

http://sanar-el-alma.blogspot.com/2008/09/el-saln-de-los-espejos.html

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