MEDICINA CUANTICA

Cuando la Ciencia y Dios se Buscan

by on Dic.27, 2010, under Artículos de Ciencias, Los Místicos, Psicología, Sociología

Se preguntaba Pere Estupinyá bloguero de la Comunidad El País sobre la relación entre la Ciencia y Dios.  Pere obtuvo una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, con el objetivo de aprender ciencia para después contarla. Actualmente continúa desde Washington DC buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.  Es químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia.  

Este debate ha estado en la mente del hombre desde que la ciencia es ciencia catapultando la división a su máxima expresión al final del Siglo XIX y principios del XX donde estaba muy bien visto ser ateo.  Sin embargo como se plantean fuentes citadas en el artículo de Estupinyá la mayoría de las personas creen en la ciencia tanto como en Dios y eso es así porque forman parte de una misma dualidad: pragmatismo Vs. idealismo o mas concretamente materia Vs. espíritu.  Enfocamos ahora el argumento desde la perspectiva científica de la mano de Pere y sus buenos conocimientos.        

«Esta semana parece que todo conduce a plantear la relación entre Ciencia y Dios.

Ayer leí el artículo de Mónica Salomone sobre neurociencia y creencias religiosas. Buenísimo, sin matices. A los pocos minutos de leerlo, mi amiga Reini me lo adjuntó en un mail aconsejándome que lo tratara en el blog. Luego Federico lo comentó en un post antiguo , y por la tarde recibí un mensaje anónimo a través del “contacto” recomendándome también abordar el tema.

Es un asunto que me incomoda un poco y del que ya se ha hablado largo y tendido. Pero reconozco que en un blog de ciencia donde se aspire a generar ciertos momentos de reflexión, tarde o temprano debíamos abrir un espacio dedicado al encuentro o desencuentro entre ciencia y divinidad.

Por si fuera poco, el martes visité a Owen Gingerich , reconocidísimo historiador de la astronomía y autor del libro “El Universo de Dios ”. Gingerich es uno de los científicos que más abiertamente defienden la compatibilidad absoluta entre ciencia y creencia religiosa, y la existencia de un Dios diseñador como explicación a la complejidad del Universo (nada que ver con la teoría del Diseño Inteligente).

Ya se… he mencionado dos aspectos del debate muy diferentes cualitativamente. La postura de Gingerich representa el intento de encajar la existencia de un Dios “real y creador” con los principios científicos. Y el artículo de Salomone plantea si, independientemente de si existe o no, la selección natural nos ha predispuesto a creer en Dios hasta el punto de poder localizarlo en el cerebro, y por tanto ser sujeto de estudio científico.

A estas alturas de post, seguro que ya tenéis comentarios. Escribidlos antes de que se enfríen. Yo a continuación me limitaré a contextualizar algunas preguntas que me gustaría formaran parte del debate.

¿Es compatible una mentalidad científica con la creencia en un Dios sobrenatural?

No me refiero a las personas que trabajan como científicos. Ni a los que hayan estudiado una licenciatura de ciencias. Sino a aquellos cuya forma de interpretar el mundo se basa en los principios básicos de la ciencia. ¿son agua y aceite? Como decía Stephen Jay Gould , ¿o pueden coexistir en un mismo individuo simultáneamente?

En EEUU (un país muy religioso y muy científico a la vez), este debate es una locura. La foto de la izquierda la tomé hace un año (disculpad la calidad), durante mis primeros días en Washington DC. Me dejó perplejo ver que en una librería corriente, en el apartado “Nuevas Tendencias en Ciencia”, había tal cantidad de libros dedicados a este asunto. Todavía continúa igual.

Entre los que se esfuerzan en fusionar ciencia y religión, en un extremo se puede encontrar la postura sencilla y conciliadora de Gingerich, difícil de rebatir científicamente: El universo, sus leyes, y las constantes de la física están tan bien afinadas que no pueden ser fruto del azar. Para él es mucho más coherente pensar que algo lo ha diseñado. De aquí a milagros, ascensiones a los cielos, o saltarse la teoría de la evolución… nada de nada. (obviamente estoy simplificando)

En el otro extremo me encontré un libro que me horrorizó, escrito por el “gran” físico Frank Tipler. En “The Physics of Christianity”, Tipler busca explicaciones científicas a la resurrección, a que una persona virgen pueda engendrar a un hijo varón… Según dice la contraportada de su libro, las creencias esenciales del cristianismo son consistentes (de forma literal) con las leyes de la física. Lo poco que leí del libro, me pareció que de ciencia sólo tenía léxico. Era dogmatismo disfrazado de investigación.

En el otro bando de la batalla se encuentra el crítico y criticado por pretensioso “God Desilusion” de Richard Dawkins , o el bestseller “Why God is no Great ” (porqué Dios no es maravilloso) del periodista Christopher Hitchens. Estos trabajos representan una lucha activa contra la religión que generaría una nueva pregunta: ¿Debe un científico -o quien sea- entrometerse en las creencias religiosas, y promulgar el ateísmo en busca de un mundo mejor?

Disculpad, he desviado del tema. Retomémoslo en el punto acerca de la búsqueda neurocientífica de Dios tratada en el artículo de Salomone , que es quizás más interesante.

¿Es Dios una lacra de nuestro pasado evolutivo?

Más allá de si Dios existe o no, y si las leyes de la física pueden acomodarlo, se asume que la evolución ha tenido motivos suficientes para seleccionar a los individuos o grupos sociales con predisposición a creer en él. Y si esto es así, alguna “marca” en el cerebro habrá quedado. Esto es lo que buscan los neuroteólogos.

Uno de los estudios más famosos fue el de Michael Persinger, que cuando estimuló partes del lóbulo temporal izquierdo de su cerebro, dijo notar una sensación de misticismo y experimentar a Dios por primera vez en su vida. En el capítulo 9 de su libro “Fantasmas en el Cerebro”, el genial V.S Ramachandran explica casos de pacientes con ataques epilépticos localizados en esa misma zona, que sufren experiencias espirituales extremadamente intensas. Algunos creen que allí estaría el “módulo de Dios” en el cerebro.

Otros estudios que tuvieron mucha repercusión fueron los realizados por Andrew Newberg utilizando imágenes de Resonancia Magnética Funcional (fMRI) para analizar los cerebros de monjes budistas Tibetanos y monjas franciscanas mientras rezaban. En su libro “Why God Won’t Go Away», explica su búsqueda de la localización en el cerebro de las experiencias místicas, y el circuito cerebral de la espiritualidad.

No se moja, claro, en si esta actividad está generada internamente por el propio cerebro, o si viene causada por “algo” externo. Los resultados de esas investigaciones se interpretan de dos formas muy diferentes. Para los creyentes son una prueba de que Dios preparó el cerebro para la espiritualidad, y hay fundaciones financiando proyectos que lo demuestren. Para los escépticos, resulta obvio que Dios sólo es un beneficioso engaño ancestral de nuestro cerebro, un órgano no diseñado para buscar la verdad sino para sobrevivir.

Sólo deciros que los links y referencias citadas son parte del curso “Neurociencia y Sociedad” que he estado realizando en el departamento de STS del MIT, y que cuando hablábamos de exageraciones en el uso del fMRI y los intentos de neuroanalizar cualquier aspecto del comportamiento humano, uno de los ejemplos que habitualmente aparecía era justamente la búsqueda de Dios en el cerebro. En este sentido, y en la línea del post sobre neuroarrogancia , ayer también me enviaron este reciente artículo de la revista Wired titulado “Escáneres cerebrales y lectores de la mente? No os creáis el bombo”.

«Las supersticiones más infantiles»

Las opiniones de Albert Einstein sobre el hecho religioso han sido objeto de polémica entre los expertos. Una carta inédita que remitió al filósofo Eric Gutkind en 1954 muestra ahora al genio más escéptico. Los siguientes son extractos de la misiva, publicada por The Guardian.(…) «La palabra Dios, para mí, no es más que la expresión y el producto de las debilidades humanas, y la Biblia una colección de leyendas dignas pero primitivas que son bastante infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede cambiar eso (para mí). Tales interpretaciones sutiles son muy variadas en naturaleza, y no tienen prácticamente nada que ver con el texto original. Para mí, la religión judía, como todas las demás religiones, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que me alegro de pertenecer y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene ninguna cualidad diferente, para mí, a las de los demás pueblos. Según mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos, si bien están protegidos de los peores cánceres porque no poseen ningún poder. Aparte de eso, no puedo ver que tengan nada de escogidos.Me duele que usted reivindique una posición de privilegio y trate de defenderla con dos muros de orgullo, uno externo, como hombre, y otro interno, como judío. Como hombre reivindica, por así decir, estar exento de una causalidad que por lo demás acepta, y como judío, el privilegio del monoteísmo. Pero una causalidad limitada deja de ser causalidad, como nuestro maravilloso Spinoza reconoció de manera incisiva, seguramente antes que nadie. Y las interpretaciones animistas de las religiones de la naturaleza no están, en principio, anuladas por la monopolización. Con semejantes muros sólo podemos alcanzar a engañarnos (…) a nosotros mismos, pero nuestros esfuerzos morales no salen beneficiados. Al contrario (…)».

FUENTE:

http://lacomunidad.elpais.com/apuntes-cientificos-desde-el-mit/2008/5/21/cuando-ciencia-y-dios-se-buscan

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Dios/creo/hombre/hombre/creo/Dios/elpepusoc/20080520elpepisoc_1/Tes

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