La Sincronicidad no es más Desconcertante ni Misteriosa que la Discontinuidad en la Física
by Marisa on Dic.02, 2011, under Cuántica, Dimensionalidad, Sincronicidad, Tributo a los Héroes
Las sincronicidadades son esos momentos de “coincidencias con significado” cuando los límites entre el interior y el exterior desaparecen. En el momento de la sincronicidad como en un sueño, nuestro estado interior subjetivo aparece como materializado en y a través del mundo exterior. Tocando justo en el corazón de nuestro Ser, las sincronicidades son momentos en los cuales se crean fisuras en la fábrica de lo que hemos llamado realidad y se produce una hemorragia hacia una dimensión más allá del tiempo. Las sincronicidades son expresiones de una naturaleza onírica de la realidad, y así hay momentos en el tiempo cuando la naturaleza utópica atemporal del universo brilla a través de su radiación y abiertamente se nos revela ofreciéndonos una apertura a la lucidez.
La sincronicidad fue uno de los descubrimientos más profundos y menos entendidos de Jung. En parte no puede ser apreciada hasta que personalmente nos involucra y experimentamos en primera persona este efecto. El descubrimiento de la sincronicidad de Jung fue dentro del ámbito de la psicología tan impactante como el descubrimiento de la teoría de la relatividad de Einstein en la física. Al ser tan sumamente discontinuo con nuestras convenciones actuales de la naturaleza de la realidad, la experiencia de la sincronicidad es tan explosiva que Jung contempló este fenómeno durante veinte años antes de publicar sus ideas al respecto. El universo sincronístico de Jung fue una nueva cosmovisión que abrazó la causalidad lineal mientras simultáneamente la trascendía. Un universo sincronístico equilibra y complementa el mundo mecánico de la causalidad lineal con un ámbito que escapa al tiempo, espacio y a la causalidad. En la sincronicidad, dos mundos heterogéneos, el causal y el no causal, se cruzan e interpenetran uno a otro durante un momento en el tiempo, lo cual es una expresión de la creación en el campo de nuestra plenitud –Unidad- que se manifiesta. El universo sincronístico está comenzando al estar nosotros participando ahora en la creación y es esta la razón por la cual Jung lo llamó “un acto de la creación en el tiempo”.
Para ilustrar lo que quiero decir por sincronicidad, Jung tuvo una experiencia con una de sus pacientes. Esta paciente en particular estaba demasiado metida en sus procesos mentales y el análisis no estaba yendo a ningún lugar en particular. Estaba atrapada en la prisión de su autocreación mental. Jung se dio cuenta de que no había nada que pudiera hacer él. En palabras de Jung: “tuve que conformarme con la esperanza de que algo inesperado e irracional ocurriría, algo que reventase la réplica intelectual en la que se había mentalmente atrapado”. La paciente tuvo un sueño impresionante la noche anterior en donde alguien le ofrecía un escarabajo dorado. –una joya valiosa-. En el momento que estaba relatando el sueño a Jung hubo un golpe en la ventana de la consulta. Jung abrió la ventana y un escarabajo dorado y verde muy parecido al del sueño sobrevoló la estancia. Jung cogió al escarabajo en sus manos, se lo dio a suspaciente y dijo “aquí está tu escarabajo”.
El shock del reconocimiento en el momento sincronístico en el que la paciente de Jung hablaba del sueño de la noche anterior estaba siendo literal y simbólicamente representado en el día. Y eso perforó su resistencia y golpeó todo su sistema defensivo. En el momento de la transmisión sincronística, un cambio fundamental en la percepción tuvo lugar dentro de ella y la transformó por dentro haciéndola receptiva a nuevas vías. A partir de ahí, Jung comentó: El tratamiento puede continuar ahora con buenos resultados”.
No hay una causa convencional y lineal entre el sueño de la paciente y el golpe del escarabajo en la ventana al día siguiente. Pero si una clara y significativa conexión entre los dos hecho correlacionados y no basados en la causalidad lineal. Adicionalmente la paciente, un agente activo y egoico en el espacio y el tiempo, no causó ni creó la sincronicidad que fue de hecho acausal y ocurrió por sí misma. Sin embargo, el escarabajo golpeando la ventana en ese momento si estaba íntimamente relacionado con ella.
En palabras de Jung, “La sincronicidad no es más desconcertante o misteriosa que la discontinuidad en la física. Es solo la creencia incrustada en el poder soberano de la causalidad lo que crea las diferencias intelectuales y hace que sea impensable que los acontecimientos acausales existan o puedan alguna vez existir. Pero si existen, entonces debemos considerarlas como actos creativos, en los que los patrones de creación continua existen desde la eternidad, y se repiten esporádicamente y no son derivables de ningún antecedente conocido». Esta cita de Jung fue un interesante pie de página que sigue con ”la creación continua debe de ser contemplada no solo como una sucesión continua de creación pero también como la presencia eterna del único acto creativo.»
Las sincronicidades son cristalizaciones en tiempo lineal de un proceso no lineal, acausal, y atemporal; ventanas dentro de la esfera fuera del espacio y tiempo; un mundo en el cual nosotros somos partícipes activos dentro del «único acto creativo.» Las sincronicidades son intemporales y temporales, lo que es lo mismo que decir que tienen una naturaleza doble en relación al tiempo. Las sincronicidades pueden ser experiencias sumamente religiosas y espirituales, expandiendo nuestro sentido de quien nos imaginamos que somos y transformando nuestra íntima naturaleza con nosotros mismos.
Las sincronicidades son expresiones de una naturaleza onírica de la realidad –que como con el paciente de Jung-, nuestros sueños se manifiestan en el día pero también se manifiestan al igual que en nuestros sueños durante la noche, en nuestros procesos internos que se moldean a través de los acontecimientos exteriores. En un sueño de noche, el aparente paisaje exterior está sincronísticamente reflejando la psiquis interna del que sueña puesto que el sueño no está separado del mundo interior y no es más que la psiquis aparentemente externalizada. Hay una correspondencia instantánea entre el mundo exterior y el mundo interior no porque sean dos dimensiones que se comunican más rápido que la velocidad de la luz sino porque son inseparablemente una unidad sin costuras, unificada en un Todo continuo.
Siendo manifestaciones sin mediación de una naturaleza onírica de la realidad, podemos interpretar las sincronicidades como interpretaríamos un sueño. Hablando mitológicamente, un escarabajo es un arquetipo que representa, como en el antiguo Egipto, la muerte/renacimiento y la transformación. El oro representa el bien de mayor valor. La ofrenda de un escarabajo tanto en sus sueños como en la realidad del día representa una forma de atestación sincronística por el arquetipo destacando su presencia en el escenario. La sincronicidad fue una expresión por la cual y a través de la cual el paciente de Jung interpretó personalmente el proceso arquetipal de su conciencia renovada. La sincronicidad perforó el sello en la excitabilidad del arquetipo, revelándole y haciéndole partícipe en la realidad fuera del tiempo, del mítico drama de la muerte y resurrección. Catapultándola fuera del encuadre limitado de su referencia mental, el momento sincronístico le ayudó a desenterrar sus partes profundas así como a reconectarse al universo en el que vivía.
Las sincronicidades son ambas, el vehículo a través del cual y la expresión del hecho de que estamos despertando a la naturaleza onírica del universo, siendo literalmente despertadores de nuestra conciencia, las sincronicidades son emanaciones de una parte nuestra que se despierta proyectada en el tiempo.
Lo que yo llamo “el fantaseador y dormido Sí Mismo” es la parte nuestra que es el soñador durante la noche y el día. Siendo “No locales” o lo que es lo mismo no sujetos a las leyes del espacio y tiempo y además multidimensionales, el Sí Mismo profundo y fantaseador puede simultáneamente expresarse a través de las experiencias internas como la inspiración y los sueños así como en los acontecimientos atractivos en el aparentemente mundo exterior para coagularse en su forma corporal.
El profundo y fantaseador Si Mismo, fue simultáneamente el soñador del escarabajo dorado en el sueño del paciente y la inspiración que llevó al paciente a relatar el sueño en su terapia con Jung, la fuente del escarabajo que estaba golpeando la ventana al mismo tiempo, el impulso que animó a Jung a abrir la ventana, a coger el escarabajo y ofrecérselo a su paciente, a decir lo que le dijo y así como a experimentar el acontecimiento revelatorio interno que transformó al paciente. Siendo multifacético y multicanalizador, el Sí Mismo no local arregla todas estas dimensiones envueltas dentro del campo de una experiencia gestalt y singular psico-física en el que la unidad del espíritu y la materia se hacen visibles.
Interesantemente, la sincronicidad de Jung y su paciente fue una experiencia en la cual Jung jugó una parte active y participatoria. En el momento que la sincronicidad estaba interrumpiendo en la escena, Jung se encontró soñándose por su paciente actuando y jugando un papel en su sueño. En el momento de la sincroncidad Jung pasó de jugar un papel pasivo de oyente a interrumpir en la escena de la mente de su paciente. No siendo testigo únicamente de la sincronicidad de su paciente, se encontró espontáneamente interactuando con ella y jugando con su papel diciendo las líneas perfectas como si hubieran sido enviadas por un canal central. Ofreciéndole la joya preciosa del escarabajo dorado simbolizando la muerte y resurrección, Jung espontáneamente se encontró siendo un instrumento abierto al universo sincronístico para manifestarse a través de él la forma materializada y la propia expresión de nuestro mundo.
Jung y su paciente estuvieron recíprocamente colaborando en crear compartiendo juntos el acontecimiento sincronístico. Fueron “cuánticamente entrelazados” interdependiente e inseparablemente mezclados en la co-creación de sus propias sincronicidades. La sincronicidad no fue manipulada por la paciente, pues no solamente le perteneció a ella. Jung estaba teniendo por su lado su propia vivencia con la sincronicidad. A pesar de que la sincronicidad fue un reflejo del paisaje de su paciente, fue simultáneamente un reflejo sincronístico de un proceso más profundo que estaba teniendo lugar dentro de Jung también. Para Jung, oír el sueño de un paciente sobre un escarabajo dorado y tener un escarabajo dorado volando sobre su consulta fue una externalización, un reflejo sincronístico de un proceso arquetipal de muerte y renacimiento ocurriendo dentro de él. Merece la pena saber que un acontecimiento sincronístico puede ser mutuamente compartido por más de una persona de manera singular y similar.
CONTINUARÁ
FOTO 1: Anastasia