MEDICINA CUANTICA

Entremos en la Célula Para Empezar a Entender a la Matriz Viviente. Parte I

by on Sep.12, 2009, under Artículos de Ciencias, El Espacio, Los Campos Energéticos, Medicina Natural

Extracto de algunas ideas contenidas en el capítulo 3, los “circuitos” del cuerpo del libro, La Medicina Energética, la Base Científica del Dr. Oschman.

Uno de los más importantes desarrollos de la ciencia moderna es una mejor comprensión de la estructura y de la energética del sustrato material del cuerpo, es decir, la sustancia viviente que todos los enfoques terapéuticos tocan y con la cual interactúan. Para el terapeuta se basa en el uso de las manos, las propiedades energéticas de esta sustancia viviente tiene consecuencias, tanto conceptuales como prácticas. A fin de entender los nuevos desarrollos, comenzaremos con los avances de nuestra propia comprensión de la célula.

Hace algunas décadas, la célula viviente era visualizada como una bolsa ligada a una membrana, que contiene una solución de moléculas. Cabe destacar que la célula está inmersa en un material fibroso, denominado tejido conectivo o matriz extracelular. Esta matriz contiene grandes cantidades de una fascinante proteína denominada colágeno. La mayor parte de la célula aparece vacía (…). La razón principal (de este vacío) que ha persistido y aún puede encontrarse en los textos modernos, es que la mayoría de los bioquímicos estaba de acuerdo en sostener que la vida consiste en una secuencia de reacciones químicas que ocurren en una “sopa” o solución dentro de la célula. Por ejemplo, considere la glicólisis, que es la descomposición secuencial de las moléculas de azúcar por 10 enzimas “solubles”. La glicólisis y otras vías químicas fuero descubiertas con técnicas en las cuales los tejidos y las células se separan. Luego se empleó la centrifugación para desunir las moléculas disueltas a partir de los sólidos, las que eran descartadas porque no se las consideraba importantes.

La imagen bioquímica de la vida es como sigue: hay “partículas”, enzimas, proteínas, aminoácidos, azúcares, etc. que se esparcen al azar dentro del volumen encerrado en la célula. Cuando las moléculas adecuadas se chocan, éstas interactúan y los lazos químicos se forman o se rompen. De este modo, la energía química se libera, las estructuras vivientes se juntas o se separan, las toxinas se descomponen, y se llevan a cabo las actividades de la vida. En los comienzos del estudio del electrón en el microscópico se confirmó que las células contienen importantes cantidades de espacio “vacío”. Se suponía que es allí donde se disuelven o suspenden las partículas y donde se produce el metabolismo.

El torrente de información y las aplicaciones clínicas se desarrollan a partir de la imagen de esta “sopa molecular” de la célula que es conducida hacia una actitud que sostiene que “sólo quedan unos pocos problemas, y pronto estaremos en condiciones de encontrar una respuesta para todos ellos, empleando este mismo enfoque increíblemente exitoso”. Los fisiólogos tomaron el modelo que denominaron “bolsa de solución” de la estructura celular y condujeron investigaciones por décadas, donde existía una presunción subyacente de que las sustancias que cruzan un estrato celular, tales como la pared intestinal, simplemente se propagan por los compartimentos de los fluidos dentro de las células.
La célula no es una bolsa.

El cuadro va cambiando lentamente pero de manera notable, debido al descubrimiento de que la célula no es una bolsa en solución. Cuanto mas cerca observaron la célula los biólogos e investigadores, con el microscopio, más cantiad de estructuras que encontraron. Con mejores técnias de preparación, los investigadores del electrón mediante el microscopio comenzaron a ver dentro de las células, el material de los bioquímicos habían estado desechando cuando purificaban las enzimas solubles.

Ahora sabemos que la célula está llena de filamentos, tubos, fibras, y trabéculas, denominado colectivamente matriz citoplasmática o citoesquelética, y que casi no queda lugar libre para una solución de moléculas parecidas a las “bolas de billar” que se esparcen al azar. Más aún, hay muy poca cantidad de agua dentro de las células que pueden disolverse en las llamadas enzimas solubles (…). La mayoría de libros de texto aún simplifican demasiado la bioquímica, mostrando los productos metabólicos como secuencias lineales de los pasos del proceso, sin mencionar el contexto esencial del estado estructural o sólido en el cual se produce la química de la vida.

Continuidad

Al poco tiempo de haberse convertido el citoesqueleto en un tema popular de investigación, se descubrió que la matriz está conectada en toda la superficie celular con el sistema del tejido conectivo o matriz extracelular. Se ha descubierto una clase completa de moléculas de adhesión “transmembranosas”, o “integrins”. Del mismo modo, ahora se reconoce que la matriz citoplasmática también se vincula con la envoltura nuclear, la matriz nuclear y los genes.
Desde el punto de vista conceptual, estos descubrimientos son sumamente importantes. Los límites entre el entorno celular, el interior de la célula y el material genético, no están claramente demarcados ni son tan impermeables como alguna vez se creyó. Como terapeuta que emplea técnicas que se basan en el uso de las manos, lo que uno toca no es meramente la piel, sino una red continua e interconectada que se extiendo por todo el cuerpo. De hecho, la piel es uno de los principales tejidos donde se documentó esta continuidad. Todo el sistema interconectadota sido denominado tejido conectivo /citoesqueleto, matriz estructural de los tejidos (o “tensegridad”), o simplemente “matriz viviente”. Hay un texto popular sobre acupuntura que se refiere a la “red que no tiene tejedor”.
La matriz viviente es una trabajo “supramolecular” en la red, continuo y dinámico que se extiende y penetra en cada resquicio y rajadura del cuerpo: una matriz nuclear dentro de una matriz de tejido conectivo. En esencia, cuando uno toca un cuerpo humano, toca un sistema interconectado de manera continua, compuesto por todas las moléculas del cuerpo, unidas entre sí en una intricada malla. La matriz viviente no tiene una unidad fundamental o aspecto central, no hay una parte de las actividades integradas de todos los componentes; los efecto de una parte del sistema pueden esparcirse y de hecho lo hacen.

Esta es una imagen importante de la estructura del cuerpo viviente. Nuestras imágenes delinean nuestros éxitos terapéuticos porque pueden dar origen a intenciones específicas (…). Si bien obviamente es útil explicar las diversas partes del cuerpo y sistemas del cuerpo, cada componente puede considerarse como un dominio o subdivisión local de una red continua. Las caraterísticas de la forma, aspecto, energéticas, y funcionales de cada célula, tejido u órgano, se originan por las variaciones locales de las propiedades de la matriz. El genoma, dentro de la matriz nuclear, es una subdivisión de esta red.

Flujos de Información

Uno de los legados de la discusión entre mecanicismo/vitalismo y el enfoque reduccionista, fue la tendencia de no considerar la coordinación o integración total del cuerpo, como lo proponían las regulaciones sistémicas en la teoría de la acupuntura. Por su misma naturaleza, el enfoque reduccionista da por sentado que es virtualmente imposible estudiar los fenómenos en el nivel del organismo completo, simplemente porque es demasiado complejo. Para que esto tenga sentido, la vida ha de separarse y estudiarse de una pieza por vez. Volver a unir las parte de un todo es un proceso que debe dejarse de lado hasta alguna fecha lejana e imprecisa, cuando hayamos logrado comprender todos los componentes. La “teoría de los sistemas generales” (Von Bertalanffy, 1971) fue desarrollada, pero pocos fisiólogos mostraron interés en ella.

NO obstante, a fin de sobrevivir, los complejos sistemas vivientes requieren una intricada red de procesos de información. Cada componente debe de ser capaz de ajustar sus actividades de manera rápida y adecuada en relación con lo que las otras partes están haciendo. UN distinguido fisiólogo, Edgard F. Adolph, estudió en profundidad los mecanismos de la integración fisiológica: “la biología de la integridad es el estudio del cuerpo como un sistema integrado, coordinado y exitoso. No hay parte ni propiedad que no esté relacionada, y todas están demostrablemente vinculadas. Estos vínculos no son simples cadenas, sino una gran cantidad de caminos entrecruzados”. (Adolph 1982).

Cuando los científicos piensan en regulaciones por la general comienzan con el sistema nervioso. El descubrimientos de neurohormonas condujo a la comprensión de la forma de interactuar de los sistemas neuronales y hormonales. Las regulaciones químicas, por lo general son consideradas de la misma manera que el metabolismo de las células, es decir, como sustancias controladoras (hormonas) que se diseminan por toda la matriz extracelular, hasta que dan con la célula que era su “objetivo”, y sobre la cual ejercen su influencia.

Una consideración simplista es que las hormonas reaccionan ante las superficies de las células, mientras que otras cruzan la membrana celular y ejercen sus efectos sobre el interior de las mismas. Ahora se sabe que muchas hormonas entregan sus mensajes a la superficie de la célula y que luego esto causa la generación de “segundos mensajeros” dentro de las células, que promueven la actividad celular. Por lo tanto, la comunicación en los sistemas vivientes incluye dos idiomas principales: el químico y el energético. Las regulaciones químicas se llevan a cabo por las hormonas, por diversos “factores” y por algunos segundos mensajeros dentro de las células. Como ya se ha afirmado, las regulaciones energéticas son de dos tipos: eléctricas y electrónicas. Las actividades eléctricas de los nervios y de los músculos son muy conocidas, pero existen otros muchos tipos de sistemas de señalización energética. Algunos aún no han sido descubiertos.

Veremos que está surgiendo incluso un conocimiento más profundo. Toda la matriz viviente es una red simultáneamente mecánica, vibratoria u oscilatoria, energética, electrónica e informativa. De ahí, que toda la composición de los procesos fisiológicos y regulatorios que denominamos “el estado viviente”, se llevan a cabo dentro del contexto de una continua matriz viviente.

El diseño sensato de un sistema viviente es uno en el cual cada célula recibe información sobre la actividad que se realiza en el resto del cuerpo: el cuerpo humano integrado es la suma de los miles de procesos y trazos fisiológicos que trabajan juntos. Cada respiración, cada latido del corazón, involucra el trabajo conjunto de innumerables acontecimientos. Una gran cantidad de funciones se llevan a cabo simultáneamente. Las partes y procesos dentro de un organismo están entretejidas de manera intricada. La coordinación ocurre en miles de puntos. Si no hubiera integración de actividades, la vida sería una confusión aleatoria de eventos físicos y químicos que no cumplen ningún cometido conocido. En verdad, cad aproceso tiene una consecuencia en el todo. (Adolph, 1982).

La integración biológica es posible porque cada célula y cada molécula sintoniza su actividad de manera adecuada. Si bien la difusión de las sustancias químicas de un lugar a otro es una importante vía de comunicación, es un proceso demasiado lento para responder a los rápidos y sutiles aspectos del proceso viviente. Ahora estamos tratando de discernir que la matriz en sí misma es una red de comunicación de alta velocidad, que vincula cada parte con las demás.

Primera parte la discusión sobre la matriz viviente del libro, Medicina Energética, el Fundamento Científico del Dr. Oschman.



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