MEDICINA CUANTICA

La Potencia de la Belleza

by on Oct.22, 2009, under Artículos de Ciencias, General

En una sala de espera del aeropuerto de Detroit un hombre entra a una cabina de teléfono y encuentra apoyado en la tablilla que sostiene la caja del auricular una carpeta con una nota que dice “Querido Papá: ¡que tengas un buen viaje! Por favor no te olvides de enviar la solicitud por correo antes de tomar el avión. Te quiere, Linda”. El hombre, mira la fotografía y decide molestarse, ir a la oficina de correos del aeropuerto y tirar la carta. ¿Por qué?

Sin saberlo, forma parte de un experimento psicológico, en el que de igual forma participaron otros 503 pasajeros que ojean en otras cabinas exactamente la misma información excepto las fotografías, que son distintas. El resultado del experimento fue publicado en “The Journal of Experimental Social Psicology” y muestra que cuanto mas bello es un rostro, mayor es la disposición para ayudar.

Mucho se ha escrito sobre la belleza porque hay pocas cosas que interesen al hombre más que este alabado atributo. Pero escribe Ulrich, “La belleza es un insulto a uno de nuestros valores más sagrados: el que afirma que todos los seres humanos comienzan a vivir con las mismas oportunidades. Es también un insulto a nuestro raciocinio. Fascinados por la belleza, arrojamos por la borda nuestra razón, nuestro criterio y nuestro conocimiento de las personas mientras proferimos gritos de júbilo”. La belleza nos engaña y nos dejamos engañar. La belleza es un escándalo.

El Médico Ulrich Renz en su libro “La Ciencia de la Belleza” analiza desde la historia la relación del hombre con la belleza y recorre el tiempo buscando patrones faciales a través de múltiples estudios que expliquen la atracción que sentimos y que justifica la villanía grotesca de premiar al guapo, por haber tendido la suerte de nacer así. Pero parece según nos relata que todos estamos presos de ejercer tal discriminación porque como explica en uno de los estudios que aparecen en el libro los bebes contemplan durante más tiempo las fotografías de los rostros bellos. Esto, entonces es algo innato. En otro estudio se muestra que la mente tarda milésimas de segundo es saber si la persona que acabas de ver te gusta o no. Se adelanta al propio proceso mental. Se analiza una y otra vez los aspectos que tiene que ver con la simetría, por qué las rubias son sexies, la influencia de las modas y por qué la belleza es femenina, entre otros asuntos que confiere el mundo de la belleza.

Ahora bien, ¿como enfoca la ciencia el arte de la belleza? Nos preguntamos si la ciencia está ajena y se mantiene imperturbable o por el contrario cae también rendida a ella.

“En dos reuniones de científicos para clausurar el Año Internacional de la Física se mencionó varias veces el hecho de que muchos de nosotros hacemos ciencia por la –belleza- que ésta representa” comenta Antonio Ruiz de Elvira de la Universidad de Alcalá y ECF en su blog.

“La ciencia es preguntarse constantemente, y buscar respuestas coordinadas, sencillas, enlazadas unas con otras, respuestas armónicas: es buscar la belleza en lo que nos rodea.

El pintor mezcla formas y colores para expresar algo que intuye en la naturaleza. El músico mezcla sonidos de manera armónica, el escultor talla formas cuyas partes forman un todo organizado, lo mismo que el perfumista o el buen cocinero. Todos intuyen un orden interno en lo que nos rodea y en lo que somos, y lo expresan mediante estímulos sensibles. La ciencia intuye ese orden, y lo expresa mediante relaciones, que muchas veces son matemáticas, abstractas, no sensibles, pero que otras muchas veces son tan sensibles como las de los artistas”.

El catedrático de Física Teórica Antonio Fernández-Rañada, autor del libro «Los Muchos Rostros de la Ciencia», en un artículo publicado hace algún tiempo en el Cultural expresaba sus ideas sobre la “estética científica” y la belleza, “algo que es común a la ciencia y a la poesía”

También EL CULTURAL publicó un sugestivo artículo de José Antonio Marina (“Poética de la ciencia”, 3/10/99), sobre algo que es común a ciencia y poesía: la belleza. “Muchos científicos extraen las enormes energías que les exige su trabajo de la emoción estética que sienten ante las leyes que rigen el comportamiento de la materia, en las que perciben una belleza intemporal y serena, a menudo análoga a la del arte clásico. La dinámica newtoniana, la cosmología relativista, la topología algebraica o la evolución biológica, por citar algunos ejemplos, producen a quienes las estudian una fascinación no muy distinta de la emoción de la música, la pintura o la poesía en sus creaciones más altas.

A veces los científicos llegan a sentir algo muy semejante a la experiencia religiosa, incluso los no creyentes. Pero hay dos tipos de argumentos en contra. Muchos dicen que la idea de lo bello es subjetiva, mientras que la ciencia se ocupa sólo de cosas objetivas en las que todos deben estar de acuerdo una vez examinados los experimentos y los cálculos. Además, los ideales estéticos cambian con la historia, pero las leyes científicas se suponen permanentes. Por otro lado, para algunos científicos la belleza aparece confinada en la ciencia a situaciones muy simples relativas a las grandes leyes naturales, que son poco representativas del trabajo diario en un laboratorio”.

Estas objeciones nos ayudan a entender lo que pasa. Respecto a la primera, la objetividad de la ciencia no impide que produzca una impresión estética cuyos matices varíen en el tiempo. Por otra parte, cuando se habla de belleza en la ciencia, suele ser con referencia al modelo platónico, definido por las ideas de orden y medida, correspondencia entre partes, armonía y proporción.

El artículo de Fernandez-Rañada concluye diciendo que “la interpretación de la belleza de la ciencia en términos platónicos pervive en el siglo XX como muestra esta opinión de Heisenberg: “La belleza en la ciencia es el reflejo de la verdad”. El modelo platónico asociaba lo verdadero, lo bello y lo bueno en una trinidad indisociable, lo que sirvió de justificación a interferencias entre las tres esferas de la ciencia, el arte y la moral, la más famosa el caso Galileo. De modo no sólo implícito, inconsciente o subliminal sino también explícito, la unión de la belleza y la verdad de la ciencia sirve a algunos para reclamar para ella un papel director de los asuntos humanos que trasciende a su función. Las tres esferas, cuya separación fue un gran triunfo de la Modernidad, se unificarían de una forma nueva. Es cosa seria en la que conviene pensar.”

En un ensayo que encontramos en la red que versa sobre los descubrimientos científicos y la inspiración en la belleza, nos comentan que “probablemente para muchos les parecerá extraño que el criterio de belleza haya contribuido al desarrollo de la ciencia. Pues la verdad es que muchos científicos a través de la historia han elaborado sus teorías guiados por un sentido de la estética.

Uno de los ejemplos más notorios es el de Einstein, creador de la teoría de la relatividad. Inspirado en un concepto de simetría y belleza, Einstein seleccionaba entre una variedad de soluciones a sus ecuaciones de campo, aquellas que a su criterio le parecían más estéticas. Indudablemente la simetría juega un rol fundamental. A medida que la ciencia ha ido avanzando en su conocimiento de la naturaleza, ha descubierto simetrías ocultas en las leyes que la gobiernan. Hay una profunda conexión entre la simetría geométrica y las leyes de conservación de la física.

El notable matemático y Premio Nobel de física, Paul Dirac, llegó a afirmar que la belleza de una teoría científica es más importante aún que la prueba experimental. Dirac tenía sus motivos: cuando desarrolló su ecuación de onda para el electrón, incorporando la teoría de la relatividad, descubrió que debía existir una partícula semejante al electrón pero con carga eléctrica positiva, es decir un antielectrón o positrón como se le bautizó posteriormente. Su ecuación de onda poseía una simetría más poderosa que la ecuación de onda de Schrödinger y fue calificada como una verdadera obra de arte. No obstante, algunos científicos la acogieron con escepticismo. Heisenberg, Premio Nobel de física y descubridor del famoso principio de incertidumbre, llegó a afirmar que Dirac había escrito el capítulo más triste de la física moderna. A pesar de ello y la presión de algunos colegas, Dirac no se amilanó. Sin embargo, hubo que esperar algunos años hasta que Anderson, un físico experimental, demostrara en su laboratorio la existencia del positrón. Dirac tenía razón.

Esta simetría se nos revela precisamente a través del lenguaje matemático. Las matemáticas poseen en sí mismas una belleza que muchas veces permanece oculta a los ojos del profano. En sus extraños y sofisticados símbolos, se esconde la belleza que nos inspira una melodía, una pintura o una poesía. Y en ese íntimo vínculo con la naturaleza, se nos manifiesta en toda su grandeza. El gran matemático Poincaré, el astrofísico Paul Davis y el filósofo Francisco Miro Quesada, entre otros, han expresado el mismo concepto. Para algunos filósofos, la belleza sólo existe en función del objeto. En este caso, el objeto es una ecuación matemática. En el proceso de creación de una teoría científica, las ecuaciones surgen como consecuencia de este proceso, y la belleza que captamos en ellas, nos inducen a concluir que nos encontramos en la dirección correcta. Al término de esta elaboración, obtenemos una ecuación final cuya contemplación nos produce el mismo efecto que la culminación de una obra de arte. En este sentido decimos que la belleza es una guía para la ciencia.

Las ecuaciones de Maxwell, por ejemplo, que fusionan la electricidad y el magnetismo en una sola fuerza, el electromagnetismo, poseen una belleza y elegancia intrínsecas. Las simetrías de Lorentz – Poincaré en la teoría de la relatividad, o la simetría de los grupos de Lee, que inspiraron el desarrollo de la cromodinámica cuántica y cuyos creadores fueron galardonados recientemente con el Premio Nobel de física, constituyen sólo algunos ejemplos de la importancia de las matemáticas y los conceptos de belleza y simetría en el desarrollo de la ciencia contemporánea.

Cuando a Einstein le comunicaron la noticia de la confirmación de su teoría general de la relatividad, referente a la desviación de los rayos de luz de una estrella lejana por efecto del campo gravitatorio del sol, durante la observación de un eclipse solar en Brasil, a cargo de una expedición liderada por Eddington, no se sorprendió; tal era el poder de convicción en sus ecuaciones y su belleza intrínseca, que no podía esperar otro resultado. No obstante este supremo logro intelectual, a Einstein se le concedió el Premio Nobel no por su teoría de la relatividad, sino por su explicación del efecto fotoeléctrico, lo que representó un gran aporte a la mecánica cuántica, con la que, paradójicamente, jamás estuvo de acuerdo hasta el fin de sus días. «Dios no juega a los dados», fue su famosa frase con la que se refirió al principio de incertidumbre de Heisenberg. Quedará registrada para la historia su polémica con Bohr, otro brillante físico y Premio Nobel, uno de los grandes pilares de la mecánica cuántica.

Pero la estrecha relación entre la belleza, las matemáticas y la naturaleza fue descubierta por los sabios de la antigüedad. Ya Pitágoras nos hablaba de la armonía de las esferas, en alusión a los planetas, y de las cuerdas vibrantes con sus relaciones matemáticas precisas, de modo que produjeran sonidos agradables al oído. Cuando los pitagóricos descubrieron los números irracionales, guardaron el secreto, pues no querían que el mundo supiera que Dios, siendo perfecto, hubiera sido capaz de crear tal aberración. Dios hace geometría, afirmaba Platón.”

FUENTES:

Libro “La Ciencia de la Belleza” de Ulrich Renz

http://www.monografias.com/trabajos55/belleza-guia-de-la-ciencia/belleza-guia-de-la-ciencia.shtml

http://www.elcultural.es/version_papel/CIENCIA/15096/La_belleza_de__la_ciencia

http://weblogs.madrimasd.org/medioambiente/archive/2005/12/04/10435.aspx

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